El Reino Unido asiste estos días a la puesta de largo del fenómeno de los blog políticos. Y no porque hasta ahora no los hubiera o no tuvieran cierta relevancia sino porque por primera vez uno de ellos ha hecho temblar al primer ministro.
Ocurrió hace unos días cuando el bloguero conservador Paul Staines se sacó de la manga un puñado de correos electrónicos de Damian McBride –asesor de prensa y hombre de la máxima confianza de Gordon Brown– en los que éste sugería la posibilidad de montar un blog para extender de manera anónima rumores falsos sobre varios dirigentes conservadores.
Las revelaciones de Staines –que mantiene desde hace años el blog www.order-order.com emboscado bajo el pseudónimo Guido Fawkes- provocaron una polvareda sin precedentes dentro y fuera del Palacio de Westminster. Nunca antes una noticia generada en la blogosfera había generado un escándalo similar. McBride se vio obligado a dimitir, Brown salió a disculparse a regañadientes y los tories utilizaron el caso para afearle la conducta.
El caso es un ejemplo del creciente poder de la blogosfera británica. Y no sólo porque lo haya destapado uno de sus miembros más influyentes sino por los motivos espurios del villano McBride.
Según confiesa en uno de los correos de la discordia, el asesor de prensa de Brown quería crear un blog anónimo –'Red rag'– en el que se publicaran rumores malévolos sobre políticos 'tories'. ¿Por qué?
Porque según él, la blogosfera británica está controlada por autores conservadores que sólo publican los chascarrillos dañinos para los políticos laboristas. Es decir, McBride quería equilibrar desde el poder lo que percibía como un anomalía desequilibrante en la sociedad.
'Red rag' estuvo a punto de salir a la luz. Su lanzamiento se abortó desde un despacho en Downing Street apenas se conoció el fallecimiento de Ivan, el niño enfermo del líder conservador, David Cameron. De no ser por este acontecimiento luctuoso, la web habría arrancado y quizá hoy la vergüenza para Brown habría sido mayor.
Más conservadores
Hay algo de cierto en el análisis de McBride. La 'blogosfera' británica está dominada por los autores conservadores. "Hay quien dice que es por el hambre de poder", dice Iain Dale, simpatizante 'tory' y bloguero más seguido del Reino Unido, "porque el partido lleva 12 años apartado del Gobierno y quiere recuperarlo. Yo creo que ése es un factor pero no es el único. Las personas conservadoras tenemos más sentido del humor y también un espíritu más individualista, dos factores que influyen y mucho en la calidad de un blog".
Dale no es sólo el bloguero más respetado del Reino Unido. Es también el que cuida de algún modo de la comunidad. Al margen de cuál sea su ideología. El año pasado publicó una guía para entender el fenómeno de los blog políticos en el Reino Unido. Seis de los 10 blog más leídos pertenecían a autores próximos al Partido Conservador. Los otros cuatro eran de periodistas y había que remontarse al puesto 11 para encontrar la primera de las bitácoras laboristas (www.recessmonkey.com).
Según Dale, el escándalo de McBride ejemplifica el enfoque que ha lastrado el desarrollo de la 'blogosfera' laborista. "El problema ha sido siempre que los responsables de comunicación del partido han intentado construirla de arriba abajo. Promoviéndola desde la sede del partido o desde Downing Street. Justo lo contrario de lo que ha ocurrido con los blogueros conservadores, más indisciplinados pero también más libres y más leídos".
Arma de denuncia
El escándalo McBride ilumina otro aspecto de la 'blogosfera' británica. Su poder para publicar historias que jamás se abrirían paso en la prensa escrita. Básicamente por la connivencia entre políticos y periodistas, que convence a éstos de ocultar escándalos o edulcorar sus informaciones a cambio de entrevistas exclusivas o de un acceso especial a un miembro del Gobierno.
Así, en Westminster opera una especie de ley del silencio según la cual ningún periodista político se atrevía a revelar las amenazas de los todopoderosos jefes de prensa. Una 'omertà' tácita con la que parece haber acabado momentáneamente el escándalo del caído McBride, sobre el que sus víctimas han publicado en la prensa perfiles abominables.
"Son cosas que yo llevo denunciando en mi blog durante cinco años", se queja Paul Staines, el hombre que precipitó su caída, "y hasta ahora los periodistas políticos me criticaban por hacerlo. Durante todos estos años, ellos han sido cómplices del poder y hay muy pocos en el Reino Unido que puedan mantener la cabeza alta".
El escándalo ha convertido a Staines en una de las personas más influyentes del Reino Unido. Aunque algunos colegas creen que esa influencia hay que valorarla en su justa medida. Es la opinión de Stephen Pollard, comentarista del diario 'The Times', que llama la atención sobre el hecho de que Staines no decidiera hacer público el contenido de los correos electrónicos en su blog sino entregarlos a dos publicaciones dominicales.
"Lo hizo porque quería lograr el máximo impacto", dice Pollard, "y sabe que hoy por hoy el impacto de los blog es limitado. Por eso acudió a los medios tradicionales. Porque en los blog se publican muchas historias sobre los políticos pero sólo tienen un impacto real cuando cruzan la frontera de los medios tradicionales".
Extraído de El Mundo
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